
Los ancianos, asistidos, pero muchos con sus facultades mentales intactas, relatan a sus familias aquellos fallos que comprueban a diario. El más importante: la falta de control de la medicación. “Muchas de las pastillas aparecían tiradas por el suelo, lo que demuestra que no se facilitaban correctamente a los pacientes”.
Estas primeras dudas sobre el funcionamiento del centro fueron achacadas al “rodaje” que conlleva una infraestructura de estas características. Y los familiares se limitaron a poner en conocimiento verbal “y de buena fe” lo que ocurría. “Como por ejemplo, que no se utilizaban guantes de uso médico, desechables, para atender a los internos, sino guantes de fregar los platos, que eran reutilizados varias veces”.
(Fragmento de un Reportaje de Roberto Mangas aparecido en el periódico El Decano de Guadalajara, 10 de noviembre de 2006).
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