
"Como alcalde vuestro, yo os aseguro que para pagar esto ni un céntimo ha salido de las arcas públicas, porque en las arcas jamás ha habido un céntimo.” (Pepe Isbert, en el papel de alcalde de Villar del Río)
En 1953, Luis García Berlanga dirigió la brillante comedia Bienvenido Mr Marshall. En ella el alcalde-cacique de un pequeño pueblo de Andalucía (el ficticio Villar del Río) organizaba a los vecinos para que engalanaran el pueblito de cara a recibir al Señor Marshall, delegado del gobierno de los Estados Unidos.
Marshall llegaba a Europa cargado con un plan de fondos e inversiones con los que sacar al viejo continente de la miseria en la que había caído tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, Villar del Río, pese a todo el empeño puesto por el cacique, el cura y el farmaceútico en que los vecinos llenaran el pueblo de farolillos y banderas, no obtuvo nada de la visita del amigo yankee, que pasó de largo con su comitiva ante la decepción general de los villarenses.
La bonita metáfora con la que Berlanga describió la corrupción de nuestras élites políticas y el estado de aborregamiento en el que quieren mantener al pueblo que gobiernan es perfectamente válida casi 60 años después.
¿Qué ha cambiado en realidad? Hace pocas semanas la factura de la visita del Papa a Galicia se comió 3 millones de euros recaudados con impuestos públicos y la etapa de Barcelona, con la misa en la Sagrada Familia, 1’8 millones. Los papamóvil, además cayeron del cielo en los aviones Hércules del ejército español, que echaron una mano muy útil en la invasión vaticana de España. Por supuesto, la gasolina, el mantenimiento de los aviones y la jornada de trabajo de los pilotos corren también a tu cuenta y a la mía, que para eso los ministros del gobierno se estrujaron antes los sesos viendo de donde podían sacar los fondos. En capítulos anteriores de Rebienvenido Mr. Marshall no dudaron en cortar casi por lo sano las ayudas a las personas en situación de dependencia, darle un puntapié al cheque que hacía que tener un bebé fuera un poquito más fácil o alargar la edad de la jubilación a los 67 años para ahorrar en las pensiones.
Y lo peor está por llegar. En agosto de 2011, tendrá lugar un Encuentro Mundial de la Juventud (Católica, por supuesto) en España. El coste de la organización está en torno a los 50 millones y las Administraciones Públicas, con dinero de todos los españoles, ya se han comprometido a aportar al menos la mitad. ¡Qué no se diga que estamos en crisis! (http://www.publico.es/espana/265783/el-estado-paga-la-mitad-de-la-visita-del-papa-en-2011). A cambio de esta ayuda tan generosa, Benedicto XVI y los obispos españoles serán más suaves a la hora de hablar de Zapatero y así, si hay suerte y no estalla antes una revolución que se los lleve a todos por delante, en las elecciones generales de 2012 socialistas, ex socialistas, beatos y hasta fascistas podrán votar sin cargo de conciencia al PSOE (y no sólo al PP). En realidad, si se presentaran juntos y la democracia española fuera una democracia de un solo partido no pasaría nada. En la misa de Benedicto en el Obradoiro Fraga (ministro del gobierno del Alzamiento), Mayor Oreja (ministro del PP) y José Blanco (ministro del PSOE) compartían la primera fila vestidos de mantilla y peineta.
Y en medio de toda esta farándula, nuestro pueblo no se puede quedar ni mucho menos al margen de tanto fasto real y clerical. La Infanta Elena acudió recientemente a inaugurar la nueva guardería pública, una obra que hacía mucha falta en nuestro pueblo, así que chapeau por los más de 750 mil euros que han invertido en esta obra social el Ayuntamiento y la Comunidad. Para que se dote a nuestro pueblo de servicios como éstos es para lo que pagamos los impuestos.
Esperamos sin embargo que la visita de su Alteza y otros políticos para la inauguración, el tentempié que se tomen, los gastos de seguridad, del chófer que trae a unos cuantos desde Madrid, las fotos, la placa conmemorativa y demás menesteres no vayan a costar más que la propia guardería, en cuyo caso propondría que Doña Elena compense ese GASTO INNECESARIO hecho a cuenta de un pueblo y de un Ayuntamiento más que endeudados, trabajando como cuidadora en la guardería los días que haga falta, al mismo salario mensual que el resto de trabajadores del centro.
También deberían echar unos cuantos días de jornal los que por echarse una foto con su Alteza y darle aún más bombo a la inauguración que el que le dieron a la colocación de la primera piedra, organizan esta visita de una personalidad que no aporta nada de nada a lo que se viene a inaugurar y que la misma contribución haría a Santomera quedándose en Madrid zurciendo calcetines, yendo al cine, paseando al perro o, ¿por qué no? trabajando. Como bien dice nuestro amigo Benedicto XVI, el trabajo santifica.
En 1953, Luis García Berlanga dirigió la brillante comedia Bienvenido Mr Marshall. En ella el alcalde-cacique de un pequeño pueblo de Andalucía (el ficticio Villar del Río) organizaba a los vecinos para que engalanaran el pueblito de cara a recibir al Señor Marshall, delegado del gobierno de los Estados Unidos.
Marshall llegaba a Europa cargado con un plan de fondos e inversiones con los que sacar al viejo continente de la miseria en la que había caído tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, Villar del Río, pese a todo el empeño puesto por el cacique, el cura y el farmaceútico en que los vecinos llenaran el pueblo de farolillos y banderas, no obtuvo nada de la visita del amigo yankee, que pasó de largo con su comitiva ante la decepción general de los villarenses.
La bonita metáfora con la que Berlanga describió la corrupción de nuestras élites políticas y el estado de aborregamiento en el que quieren mantener al pueblo que gobiernan es perfectamente válida casi 60 años después.
¿Qué ha cambiado en realidad? Hace pocas semanas la factura de la visita del Papa a Galicia se comió 3 millones de euros recaudados con impuestos públicos y la etapa de Barcelona, con la misa en la Sagrada Familia, 1’8 millones. Los papamóvil, además cayeron del cielo en los aviones Hércules del ejército español, que echaron una mano muy útil en la invasión vaticana de España. Por supuesto, la gasolina, el mantenimiento de los aviones y la jornada de trabajo de los pilotos corren también a tu cuenta y a la mía, que para eso los ministros del gobierno se estrujaron antes los sesos viendo de donde podían sacar los fondos. En capítulos anteriores de Rebienvenido Mr. Marshall no dudaron en cortar casi por lo sano las ayudas a las personas en situación de dependencia, darle un puntapié al cheque que hacía que tener un bebé fuera un poquito más fácil o alargar la edad de la jubilación a los 67 años para ahorrar en las pensiones.
Y lo peor está por llegar. En agosto de 2011, tendrá lugar un Encuentro Mundial de la Juventud (Católica, por supuesto) en España. El coste de la organización está en torno a los 50 millones y las Administraciones Públicas, con dinero de todos los españoles, ya se han comprometido a aportar al menos la mitad. ¡Qué no se diga que estamos en crisis! (http://www.publico.es/espana/265783/el-estado-paga-la-mitad-de-la-visita-del-papa-en-2011). A cambio de esta ayuda tan generosa, Benedicto XVI y los obispos españoles serán más suaves a la hora de hablar de Zapatero y así, si hay suerte y no estalla antes una revolución que se los lleve a todos por delante, en las elecciones generales de 2012 socialistas, ex socialistas, beatos y hasta fascistas podrán votar sin cargo de conciencia al PSOE (y no sólo al PP). En realidad, si se presentaran juntos y la democracia española fuera una democracia de un solo partido no pasaría nada. En la misa de Benedicto en el Obradoiro Fraga (ministro del gobierno del Alzamiento), Mayor Oreja (ministro del PP) y José Blanco (ministro del PSOE) compartían la primera fila vestidos de mantilla y peineta.
Y en medio de toda esta farándula, nuestro pueblo no se puede quedar ni mucho menos al margen de tanto fasto real y clerical. La Infanta Elena acudió recientemente a inaugurar la nueva guardería pública, una obra que hacía mucha falta en nuestro pueblo, así que chapeau por los más de 750 mil euros que han invertido en esta obra social el Ayuntamiento y la Comunidad. Para que se dote a nuestro pueblo de servicios como éstos es para lo que pagamos los impuestos.
Esperamos sin embargo que la visita de su Alteza y otros políticos para la inauguración, el tentempié que se tomen, los gastos de seguridad, del chófer que trae a unos cuantos desde Madrid, las fotos, la placa conmemorativa y demás menesteres no vayan a costar más que la propia guardería, en cuyo caso propondría que Doña Elena compense ese GASTO INNECESARIO hecho a cuenta de un pueblo y de un Ayuntamiento más que endeudados, trabajando como cuidadora en la guardería los días que haga falta, al mismo salario mensual que el resto de trabajadores del centro.
También deberían echar unos cuantos días de jornal los que por echarse una foto con su Alteza y darle aún más bombo a la inauguración que el que le dieron a la colocación de la primera piedra, organizan esta visita de una personalidad que no aporta nada de nada a lo que se viene a inaugurar y que la misma contribución haría a Santomera quedándose en Madrid zurciendo calcetines, yendo al cine, paseando al perro o, ¿por qué no? trabajando. Como bien dice nuestro amigo Benedicto XVI, el trabajo santifica.
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