viernes, 18 de septiembre de 2009

LA CRISIS Y LA FALTA DE APOYO DE LAS INSTITUCIONES PONEN A LOS AUTÓNOMOS CONTRA LA PARED

Historias del día a día en Santomera

Un albañil de 55 años que es "maestro de obra" desde hace 30 y que lleva trabajando en la misma empresa 38 años fue despedido en mayo. Al empresario no le quedó otra solución ante los impagos acumulados y las malas previsiones del sector, aunque el albañil no tuvo problemas con él, cobro su finiquito y enseguida, con todo en regla, empezó a cobrar el paro. Este albañil, una vez en la calle siguió recibiendo llamadas de viejos clientes de la antigua empresa, ya cerrada, para los que el había trabajado y que pretendían que le hiciera alguna "chapuza". Por supuesto, el albañil accedió y pasó 2 meses realizando este tipo de trabajos, por supuesto necesitó la ayuda de un peón inmigrante al que le pagaba unos pocos euros a la hora. Por supuesto, el albañil no legalizó su nueva situación laboral porque al dueño de la casa en la que iba a cambiar la ducha no le importaba y para el albañil aquello era un filón, porque ahora cobraba mil euros del paro y podía sacar hasta otros 2 mil euros haciendo chapuzas, con la ventaja de que el organizaba su tiempo y nadie más que quien le contrataba podía darle órdenes.

El albañil pensó que si se hacía autónomo dejaría de cobrar el paro, debería pagar impuestos, seguros y cuotas, debería legalizar a su peón y pagar sus impuestos y seguros, debería pagar los servicios de un asesor y debería llevar un registro exhaustivo de todos los movimientos de su trabajo. Alguien le sugirió al albañil que montara una pequeña "empresa", que se acercara a su banco y negociase la concesión de un préstamo sin intereses, pero el albañil volvió a analizar la situación y vio que dejaría de cobrar el paro, debería pagar impuestos, seguros y cuotas, debería legalizar a su peón y pagar sus impuesto y seguros, debería pagar los servicios de un asesor y debería llevar un registro exhaustivo de todos los movimientos de su trabajo, y que además debería estar devolver al banco un préstamo que, aunque con interés cero, en realidad nunca necesitó para seguir trabajando. El albañil también pensó en buscar trabajo en una nueva empresa pero, por supuesto, tras los primeros intentos nadie lo contrató porque no necesitaban ni podían permitirse un "maestro" albañil de 55 años.

Definitivamente, este albañil decidió seguir trabajando en la "sombra", defraudando sin importarle, porque a él sólo le importaba llevar euros suficientes, y cuantos más mejor, a su casa para que su familia pudiera comer y pagar los recibos y que sus hijos pudieran estudiar en la universidad, si lo deseaban, aquella carrera que ellos eligieran.

Y mientras el albañil había tomado esa decisión, el gobierno nacional y el regional, gastaron millones de euros para hacer saber mediante atractivas campañas publicitarias, que la economía sumergida no es buena para el estado, y también destinaron importantes partidas a garantizar que ese albañil podría seguir cobrando ayudas si llegara el día en que el paro se agotase.

Muy cerca de ese albañil, un fontanero pensó que lo mejor sería legalizar su situación e intentar sobrellevar todo aquello que había empujado al albañil a desechar esa idea. En un par de meses el fontanero, que se había fijado en que el albañil vivía mucho mejor que él, decidió, finalmente, hacer lo mismo.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

La verdad que es una historia muy triste, pero no entiendo nada que es lo que pretende el que la escribe.
Si alguien me lo explica, al margen que me siento solidario con las personas que pierden su trabajo y con los cientos de personas que buscan una oportunidad en España.

Anónimo dijo...

¿Como es eso de que?:
"por supuesto necesitó la ayuda de un peón inmigrante al que le pagaba unos pocos euros a la hora".
Este albañil es un cara, un aprovechado, un trepa..... Un explotador

Anónimo dijo...

¿El culpable soy yo, el cliente?.
"Por supuesto, el albañil no legalizó su nueva situación laboral porque al dueño de la casa en la que iba a cambiar la ducha no le importaba".
¿ el albañil no se legaliza por que los clientes no lo obligan? o¿ no se legaliza porque prefiere ganar mas en dinero negro?

josé luis egío dijo...

Creo que la persona que escribió esta historia sólo aspiraba a dar cuenta de la triste realidad sin detenerse en ofrecer un juicio moral.

Lo cierto es que cada día hay más casos de este tipo, porque el egoísmo y el no mirar más que para uno mismo crece en los tiempos duros. Sin una presencia activa de las instituciones se genera entonces una cadena de inseguridad laboral (del propio albanil), de explotación (caso del inmigrante) y de disminución de los ingresos del Estado, ayuntamientos,...

En las últimas semanas se han lanzado en este blog iniciativas públicas para crear empleo en los sectores más afectados por el paro y donde se da la tasa más alta de trabajo negro. La esperanza es que los santomeranos las valoren, se puedan llevar a cabo y historias como las del post pasen a ser casos raros.

Anónimo dijo...

Soy quien un día hace unas semanas escribió esta historia. Veo que pocos habeis entendido su intención. En primer lugar os diré que sólo debeis mirar a vuestro alrededor para ver que esa historia se repite más de los que pensamos, por desgracia.
Ahora, dadse cuenta de todo lo que sucede en esa historia como consecuencia de una política nacional errónea y poco consecuente con la actual realidad social: se cierran empresas debido a impagos; mucha gente acaba en la calle con pocas o ninguna posibilidades reales de un nuevo trabajo remunerado; estos nuevos parados cobran el paro además de seguir trabajando en negro; contrata un inmigrante a bajo precio y sin contrato...
Esto no es ni más ni menos que la realidad, y esto es así porque al albañil se le "apoya" más para que continúe en esta enrevesada e ilegal situación que para que cree una empresa, legalice a sus trabajadores y tribute por ello, consumiendo además parte de los recursos de la economía nacional (su paro), y la vez que los gobiernos gastan ingentes cantidades de dinero en campañas publicitarias en contra de la economía sumergida.
Alguien ha echado la culpa al albañil por su forma de actuar, pero recordad que se trata de alguien que no ha conocido otra cosa que el trabajo duro desde que tenía 15 años y que su único fin es sacar a su familia adelante, por ello no le hableis de tributos, impuestos y presupuestos estatales, ni IVA ni IRPF, etc. porque probablemente no sabrá de qué le estareis hablando, ESE ALBAÑIL SOLO QUIERE DAR DE COMER A SU FAMILIA, y será más o menos conveniente, más o menos políticamente incorrecto, pero el suyo es el más es más lícito de los fines.
La culpa de que suceda esto no es ni más ni menos de quien decía pocas semanas antes de las elecciones generales que España estaba sobradamente preparada para que el paro no se convirtiera en un problema, que la crisis no afectaría a España y que no nos preocupáramos porque en el cualquier caso dispondríamos de 400 euros para salvarnos (que por cierto ahora hay que devolver).
No acusemos al albañil, que podría ser nuestro amigo, vecino o familiar, porque lo que él hace ahora es simplemente la consecuencia directa de una política confusa y poco responsable que se olvida de premiar a aquellos que realmente son los que generan y mantienen empleo, y que ayuda sin embargo a quien más dinero posee y quien tiene gran parte de culpa de esta situación: los bancos.
Recordad, no se trata de buscar un culpable entre nosotros, albañil, peón o cliente, si no de reconocer que probablemente el camino seguido por el gobierno no es el adecuado, y de poner todos nuestros medios para que esto se sepa y lograr que la cosa cambie.
Un saludo a todos.

Anónimo dijo...

Hola José Luis, me da pena que nadie haya entendido el fondo de la historia por encima de la forma. Alguien me dijo una vez que en política popular las grandes pretensiones valen de poco, porque nadie entenderá más allá de lo que a ellos les afecta.
Creo que he perdido el tiempo queriendo hacer ver a más gente cómo es una pequeña porción de lo que nos rodea en estos momentos. La crítica destructiva aflora rápidamente y nadie ha querido ver más allá.
Me duele más si cabe porque así compruebo que resultará mucho más dificil que la situación cambie, y que "la empresa" , "el albañil", "el peón", "el cliente" y "el fontanero" seguirán igual después de unos años pese al esfuerzo de unos pocos por cambiarlo todo.
Un saludo y suerte al resto, especialmente para ti, José Luis.

Antonio dijo...

No se deben de ver las cosas en clave pesimista, quizás lo ha entendido mas gente de la que tu te crees. Pero como mínimo ha suscitado coloquio y diversidad de opiniones. ¿ No se trata de eso?

Víctor Egío dijo...

Alguien dijo alguna vez que "el mejor cortesano en la Corte de un rey católico es el más católico, mientras que el mejor cortesano en la Corte de un rey ateo sería aquél más ateo". Claro que todos tenemos parte de responsabilidad en las injusticias que se producen, pero la mayor parte de las cosas que funcionan mal se siguen de lo que este sistema (o Corte, como lo queráis llamar) nos exige en el día a día. El albañil se limita a hacer lo que dentro de este sistema puede hacer para sobrevivir, explotar a otros si es necesario. Otros como yo vamos a comprar al Mercadona o al Media Markt aún a sabiendas de que destruyen el empleo del pequeño y mediano comercio, simplemente porque no tenemos mucho dinero y estos centros son más baratos. ¡Mea culpa!
Por suerte Marx dejó claro que la solución no pasa por corregir moralmente a la gente como querían los ilustrados o las ONGs de hoy en día. La solución se basaba en transformar la sociedad para que todo el mundo pudiera tener su empleo y sus necesidades cubiertas sin tener que abusar del prójimo. Esas son las propuestas que tenemos que empezar a hacer desde nuestra Izquierda Unida.