El desencanto de la sociedad actual mayoritariamente en el sector joven, obreros o no hacia los sindicatos actuales es inversamente proporcional al “aburguesamiento” de la clase sindical. Llegando a parecer estos como una especie de funcionarios vitalicios. Creo que a pesar de esta, quizás discutible, verdad, no debemos caer en el error de pensar o creer que han dejado de ser necesarios o lo que es peor, que son una carga de la que necesitamos desprendernos, tirar por la borda. Nada más alejado de la realidad y nada gustaría más a las ancestrales fuerzas de la corrupción, la manipulación, la opresión y la explotación. La construcción y posterior consolidación de los sindicatos democráticos en aquella y esta España que durante 40 años sirvió de aguas de caza para los tiburones que nos explotan, ha sido el freno y el control contra esas poderosas fuerzas, en este caso, nada ocultas ni del más allá. El sindicalismo es la herramienta nacida dentro del corazón del movimiento obrero y fue su fuerza y su unión la que logro entre muchas otras cosas que la jornada laboral fuera de 8 horas, 8 horas para trabajar, 8 horas para dormir, 8 horas para vivir. Con sus defectos, que los tiene, es la única herramienta que a través de los años, desde 1818—1824 hasta nuestros días 2010, ha demostrado su utilidad y su eficacia, sin dudarlo creo que seriemos unos necios si nos dejásemos convencer por “cantos de sirenas” que de canto pueden pasar a lamento por la dulce y silenciosa muerte del cisne. Con esto lo que quiero decir es que si consideramos que hay que darles una patada en las posaderas a algunos pseudo sindicalistas, pues adelante liémonos a dar patadas metafóricas en las posaderas y en los cojonillos si fuera necesario. Pero no dejemos que nos quieten a los sindicatos, no lo permitamos.
"78.185,04 euros brutos anuales cobra el presidente del gobierno de España, una nación con casi 47.000.000 de habitantes... 54.443,76 euros cobra José María Sanchez Artés, alcalde de un pequeño pueblo de 14.000 habitantes"
4 comentarios:
Yo voy.
Muy bueno el folleto. Pobre Celestino...
No os olvidéis de mi, también voy.
El desencanto de la sociedad actual mayoritariamente en el sector joven, obreros o no hacia los sindicatos actuales es inversamente proporcional al “aburguesamiento” de la clase sindical. Llegando a parecer estos como una especie de funcionarios vitalicios.
Creo que a pesar de esta, quizás discutible, verdad, no debemos caer en el error de pensar o creer que han dejado de ser necesarios o lo que es peor, que son una carga de la que necesitamos desprendernos, tirar por la borda.
Nada más alejado de la realidad y nada gustaría más a las ancestrales fuerzas de la corrupción, la manipulación, la opresión y la explotación.
La construcción y posterior consolidación de los sindicatos democráticos en aquella y esta España que durante 40 años sirvió de aguas de caza para los tiburones que nos explotan, ha sido el freno y el control contra esas poderosas fuerzas, en este caso, nada ocultas ni del más allá.
El sindicalismo es la herramienta nacida dentro del corazón del movimiento obrero y fue su fuerza y su unión la que logro entre muchas otras cosas que la jornada laboral fuera de 8 horas, 8 horas para trabajar, 8 horas para dormir, 8 horas para vivir.
Con sus defectos, que los tiene, es la única herramienta que a través de los años, desde 1818—1824 hasta nuestros días 2010, ha demostrado su utilidad y su eficacia, sin dudarlo creo que seriemos unos necios si nos dejásemos convencer por “cantos de sirenas” que de canto pueden pasar a lamento por la dulce y silenciosa muerte del cisne.
Con esto lo que quiero decir es que si consideramos que hay que darles una patada en las posaderas a algunos pseudo sindicalistas, pues adelante liémonos a dar patadas metafóricas en las posaderas y en los cojonillos si fuera necesario. Pero no dejemos que nos quieten a los sindicatos, no lo permitamos.
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