LOS ESPECULADORES DEL PP HUNDEN AL MURCIA

Muy felices parecían los tiempos en los que el Real Murcia asomó la cabeza por Primera un par de temporadas. A la cabeza del club, Jesús Samper, un madrileño al que un buen día le nació un amor por el Real Murcia. ¿Por qué ese amor repentino por un equipo del sur de España? Equipo histórico del fútbol español, con una afición númerosa y siempre junto al equipo, el Murcia presentaba grandes oportunidades para un especulador nato como Jesús Samper.

Ya en su juventud vió Samper las grandes oportunidades de lucrarse con el fútbol cuando comenzó a ejercer sus servicios como modesto abogado de la Federación Española. Al negociar como intermediario en los conflictos que oponían a futbolistas y la federación, se dió cuenta de la rápida evolución que estaba experimentando el asunto de los derechos de imagen, que con el paso del tiempo se ha convertido en la parte principal de los ingresos de clubes y futbolistas. Saltándose a la torera el principio ético de que uno no puede ser juez y parte, Samper creó la sociedad Santa Mónica Sports, dedicada a la gestión de estos derechos y aprovechó la experiencia adquirida en la federación española y la posibilidad de influir en las decisiones de la misma para hacerse rico con la compra y venta de derechos de imagen del fútbol español, negocio que controla en exclusiva.

Con este currículum llegó a Murcia, donde encontró seguramente, al alcalde más tonto del mundo. Miguel Ángel Cámara, del PP, el único dispuesto a avalar un negocio personal de Samper en el que la ciudad le ofrecía todo a cambio de nada. El Ayuntamiento y los bancos de la ciudad le facilitaron credibilidad y créditos para construir un nuevo estadio cuando llegó aquí sin estar dispuesto a invertir un duro. El único compromiso de Samper era la construcción de un estadio nuevo, que sólo empezó a llevar a cabo una vez que se había asegurado que sus terrenos se recalificaran hasta cuatro veces en cuestión de meses, pasando de ser no urbanizables a ser catalogados como espacio urbanizable de alta densidad.

Pero Samper no tenía bastante con el negocio inmobiliario, quería más pues veía también el negocio jugoso ligado al desarrollo de los centros comerciales que rodean el estadio próximo a la Autovía del Mediterráneo. Conocedor de los “pardillos y palurdos” que tenía delante firma un nuevo Convenio con el Ayuntamiento por el que se le cede-concede por un periodo de cincuenta años (Samper quería 90 años) la exclusiva utilización y explotación del nuevo estadio y sus instalaciones anexas, que equivale a concederle la propiedad de por vida.

¿De todo el que se ha metido Samper en los bolsillos cuánto ha invertido en el club?
Se esperaba que al menos hiciera un equipo competitivo con el que vender humo e ilusión a la afición futbolera, dispuesta a tolerarlo todo o casi todo (échese un ojo a la larga serie de crápulas que presiden clubes de fútbol en España) si se convierte a su equipo en una referencia.

Jesús Samper, Cámara y los especuladores del PP ni siquiera han hecho éso. El mejor futbolista que llegaron a traer en este tiempo fue Baiano, un brasileño pasado de kilos y en declive, más famoso por las fiestas que montaba en El Raal que por su rendimiento deportivo. No es sólo nuestro fútbol, sino nuestra ciudad y nuestra Región la que acumulan descenso tras descenso. Nadie debe de extrañarse porque se ha puesto a dirijir las ilusiones y proyectos colectivos a personas que sólo piensan en llenarse los bolsillos y salir corriendo.

Una vez que ya tienen hechos sus negocios cada uno a su casa y tan amigos, ¿o no?